miércoles, 17 de diciembre de 2014

Sueño en la noche

 
Al final de nuestra última tertulia del año, y mientras degustábamos los polvorones y mantecados que nos trajo Toñi (¡riquísimos, gracias Toñi!), nuestra querida Maruja nos recitó, con la emoción que siempre pone, este bonito poema escrito por ella:
 
 
Anoche yo tuve un sueño,
y soñé que yo soñaba,
y en esa inquieta vigilia
una paloma volaba
en medio de un pueblo yermo,
un pueblo triste, sin alma,
sin niños y sin mujeres,
sin hombres, vacías las casas.
 
Fui detrás de la paloma,
quise cogerla, tocarla,
y ella movía la cola,
me hacía señas con sus alas
como si quisiera hablar:
algún mensaje me daba,
pero yo no lo entendía.
Sin embargo, ella lloraba
dando vueltas en mi entorno,
era muy cerca del alba.
 
Y en la noche, ya vencida,
ovillada entre las sábanas,
temblando de miedo y frío
en el borde de mi cama,
sentí un fuerte palpitar
que me abría las entrañas.
Entonces, yo comprendí
el mensaje que me daba
cuando agitaba la cola
llamándome con sus alas.
Y lloré con desconsuelo,
con desconsuelo y tal rabia,
que me maldije a mí misma
por no saber hacer nada.
Era un grito de dolor
por las gentes ignoradas
de tantos pueblos vacíos
de pan, justicia y palabras;
de esperanzas y certezas,
de un amanecer sin faltas.
 
Desde entonces yo no duermo,
quiero pensar que, mañana,
unidos hombro con hombro
todos los pueblos del mapa,
salgamos a reclamar
sin fronteras, ni alambradas,
sin diferencias de clases,
ni diferencias de castas,
con gesto de amor y entrega,
equidad, trabajo y gracia,
para todos los que sufren,
para los que no tienen nada.
 
Y decirle a la paloma:
vuela tranquila, con calma,
que el mensaje que me diste
se gestó tan bien en mi alma,
que no cayó en tierra yerma:
¡ya han germinado las plantas!
 
¡No te aflijas!
No vuelvas más a llorar,
que los pueblos se han colmado
de amor y fraternidad.
Las casas están saciadas,
los niños duermen en paz
porque sus padres trabajan
y ahora no les falta pan.
Ya no hay odio ni rencores,
reina la felicidad,
al ver reír a los niños
porque vuelven a jugar.
Tiende tus alas al viento,
lleva el mensaje de paz
a los cinco continentes,
¡grítalo hasta desmayar!
No demores, vuela libre,
y, en un destello fugaz,
sube presto a las alturas,
¡goza de tu libertad!
 
 
(Sueño en la noche,
de María Martínez Segura)




lunes, 15 de diciembre de 2014

Primera memoria, de Ana María Matute


 
Es un gran error decir que el niño es un proyecto del hombre; yo pienso que es al revés: que el hombre es un trocito del niño que fue, porque a lo largo de la vida, si cambiamos, siempre es para empeorar”
 
“El niño está siempre solo. Es, quizás, el ser más solo de la creación”
 
(Ana María Matute)
 
 
Primera memoria - Ana María Matute Si ya es difícil para cualquier niño el paso de la infancia a la adolescencia y el descubrimiento del mundo de los adultos, para Matia, la protagonista de esta novela, se hace aún más complicado por el momento y las circunstancias históricas y familiares que le han tocado vivir.
 
Nos encontramos en 1936, supuestamente en Mallorca, y la Guerra Civil ya ha comenzado. Y, aunque en esta isla la contienda duró poco, –pues desde el principio triunfó en ella la sublevación militar-, la guerra  y sus consecuencias marcan a todos los personajes. No vemos la guerra en primer plano, podríamos decir que en la isla se vive ya la posguerra: hay vencedores, vencidos, y represión para los segundos.
 
Matia vive en casa de su abuela, donde también viven su tía Emilia y su primo Borja, de su misma edad. No tiene referentes paternos sólidos: de su madre tiene un recuerdo difuso, y su padre, –“un rojo”-,  está en el frente, del lado republicano, y es denostado por la familia materna.
 
El ambiente para ella es opresivo, y lo que va descubriendo del mundo de los adultos, más aún, de unos adultos en guerra, la asusta. Se refugia en sí misma, en sus lecturas infantiles y en su muñeco Gorogó. Porque, además, el mundo de los niños-adolescentes de su edad ya no es tampoco un refugio seguro: Borja y sus amigos reproducen, en sus juegos, los odios, los bandos y las guerras de sus padres.
 
Mucho más se puede decir de esta novela, maravillosamente escrita, en mi opinión. Creo que dará pie a una interesante y participativa tertulia.
 
Me ha gustado mucho este estudio de la doctora Mª Luisa Pérez Bernardo, profesora asociada en la Universidad de Dallas:
 
 
Y este artículo sobre la novela en la revista digital La Torre de Babel: