lunes, 7 de noviembre de 2016

Matar a un ruiseñor, de Harper Lee


“Uno no comprende de veras a una persona hasta que considera las cosas desde su punto de vista... [...] Hasta que se mete en el pellejo del otro y va por ahí como si fuera ese otro.”


“Para poder vivir con otras personas tengo que poder vivir conmigo mismo. La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno.”


Matar a un ruiseñor es muchas cosas: es una novela contra el racismo, es una magnífica descripción de la vida en un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos en los años 30, es esa misma vida vista a través de los ojos de una niña de 8 años... pero, sobre todo, Matar a un ruiseñor es ATTICUS FINCH.

Atticus Finch es un héroe, quizá uno de los héroes más grandes que ha dado la literatura. Y lo es sin haber realizado grandes hazañas, sin haber acometido peligrosas aventuras. No, Atticus Finch es un héroe sencillo. Es un héroe porque, tanto en su vida pública como en su vida privada, siempre hace lo correcto. Porque siempre trata de ponerse en el lugar de otras personas. Porque nunca pierde los estribos y porque todo lo hace con educación y cortesía.

La historia está contada desde la perspectiva de Jean Louise (Scout), la hija pequeña de Atticus. He ahí otro de los grandes aciertos de la novela. Con sus ojos asistimos a la vida en el pequeño pueblo de Maycomb (Alabama), en una época en la que la segregación y discriminación raciales estaban a la orden del día. En una época en la que el testimonio de un hombre blanco no se ponía en duda, frente al testimonio de un negro.

Atticus acepta defender a Tom Robinson, un hombre negro acusado, injustamente, de haber violado a una mujer blanca. Eso le acarreará el rechazo de muchos de sus vecinos, que lo consideran, despectivamente "amigo de los negros". 

En paralelo con esta trama, en la que descubrimos todas las virtudes del héroe Atticus Finch (emocionante es el alegato final de Atticus en el juicio), seguimos a Scout, a su hermano mayor, Jem, y al amigo de ambos, Dill, en sus aventuras infantiles. A través de ellos, conocemos al resto de vecinos de Maycomb, dando como resultado un excelente retrato de la sociedad rural sureña en los años de la Depresión.

La novela tiene mucho de autobiográfico. El personaje de Atticus está basado en el padre de Harper Lee, que era abogado, y tuvo que defender a dos hombres negros acusados de asesinar a un hombre blanco. Asimismo, en la narradora, Scout, hay mucho de la propia Harper Lee.

Matar a un ruiseñor fue llevada al cine en 1962, dos años después de su publicación. Gregory Peck encarnó a un magnífico Atticus Finch en el que fue, según sus propias palabras, su mejor personaje.


Aunque se pueden encontrar varias biografías de Harper Lee en castellano (sin ir más lejos en la Wikipedia), he encontrado esta otra más completa (eso sí, en inglés):



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